lunes, 17 de agosto de 2009

A escasas horas de conmemorarse el 18º aniversario de mi nacimiento y, por ende, mi ingreso a la edad adulta, encuentro conveniente reflexionar acerca del paso del tiempo:

Es realmente increíble cómo pasa el tiempo. Me acuerdo anécdotas de cuando tenía 10 años con tantos detalles como si me hubiesen pasado la semana pasada. Y es horrible. Es horrible darme cuenta de que ya tengo 18 años y soy una pelotuda que no vivió ni 1/8 de lo que se supone que tendría que haber vivido; pero como todo, nos damos cuenta cuando ya es tarde.

Estos últimos 2 meses el mundo se encargó de que me diera cuenta que ya no soy chica, que tengo que dejar de ser dependiente, que tengo que crecer de una vez. Y se ve que me lo venía dejando entrever con sutilezas y yo no captaba, porque si su primera táctica era enfrentarme con la muerte, la verdad que es muy forro. Pese a lo que yo creía, no estaba preparada para esto; es que nunca se está realmente preparado para la muerte, ni aunque la veas venir de lejos. La mejor parte es que todavía no caí realmente. Lloré, y lloré como nunca en mi vida; pero todavía no hice el ‘duelo’, no quiero hacerlo, no tengo ganas de sentir ese vacío, no tengo ganas de seguir llorando, estoy harta de llorar, me siento estúpida llorando, no me gusta llorar. Viste esa gente que se descarga llorando, que siente que se saca un peso de encima? Bueno, yo no soy así.

No puedo hacer esto ahora, no tengo la energía que se necesita. Ahora tengo que estar bien, tengo que tener más pilas que nunca. Así que voy a cargar con esto hasta que un día mi inconsciente, mi corazón, mi alma o como quieras decirle se canse y me pase factura. Y ahí si, entro en una depresión de la que no salgo sin vicodín (? .-

1 comentario:

Campanitta dijo...

"Hay pocas cosas tan desesperantes, que te generen impotencia extrema como ver a una persona que querés mucho sufriendo por una situación que vos ya pasaste. Ser conciente de que puede empeorar y no saberse ninguna receta mágica para tolerarla, sólo desear telepáticamente poseerla y tomar las riendas con tus manos.
Duele ver al otro fallar pero carcome el cuerpo no poder evitarle ese tropezón porque cuando lo hace, cegada por dolor, llanto y angustia, vos caés rendido a su lado, incapaz de hacer otra cosa que no sea agarrarle la mano, respirar profundo y aguantar.
Aguantar juntas lo que viene así eso requiera descender con ella al peor de sus infiernos personales.
Sostener a veces no alcanza, nos destruye, nos duele porque nos aterra no tener la fortaleza suficiente para cargar el peso que se nos presente, nos aterra porque en el fondo, sabemos que nos sostenemos de la mano pero es el mismo corazón el que nos mantiene vivas.
Si caemos, caemos juntas y sólo mi mano va a soltar la tuya para buscar un punto de apoyo, y salir a flote nuevamente. Porque si nuestro corazón decide dejar de latir, no dudes que el mío


va a latir por las dos. "


Encontre eso, me acorde de vos, y llegué a la conclusion de qe yo voi a ser tu vicodin ♥